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(Elche)_Cementerio de Nuestra Señora de la Asunción o Cementerio Viejo y Ermita

 

Según nos dice Ibarra y Ruiz: «…El Cementerio es del año 1812. Hasta esta fecha se enterraba á los difuntos de la parroquia de Santa María, en el cementerio situado entonces en lo que hoy es plazuela del cementerio, junta á la pared norte de la citada iglesia calle de por medio (1). En 1829 se construyeron los tres carneros ó vasos para enterrar dentro de Santa María. Uno servía para los clérigos. Existe bajo el presbiterio, se conserva bien y tiene su entrada en el paso de la sacristía al coro. Los otros dos servían para las gentes que no tenían sepultura propia en el cementerio y están al ingreso de la puerta del sol en la expresada iglesia. Y otros, propios de familias nobles, se encuentran por distintos sitios de dicho templo. Estos osarios están completamente destruidos.

 

Pasados los azarosos días de la epidemia del año 1811, se pensó en construir un cementerio extramuros, según lo mandado en las circulares de 1804 y la orden superior que en el cabildo de nuestro ayuntamiento celebrado el 17 de Noviembre de 1809 se cumplimentó, en que se ordenaba por la Suprema Junta Central, la construcción de cementerios rurales y con las bases y economía que se habían dispuesto por las citadas circulares y que mientras no se establecieran aquéllos, que se enterrase á los difuntos en los cementerios provisionales. La parroquia del Salvador tenía su cementerio, así como también la de San Juan.

 

La Junta local de Sanidad, constituida en 1812, tomó entre otros acuerdos el de que las zanjas para enterramientos tuvieran ocho pies de profundidad. Entonces se construyó la tartana de pobres, y de entonces databa también el Reglamento del Cementerio, puesto en desuso por incurias fáciles de comprender y de corregir. Encaminadas las tendencias de nuestros ediles á fines más en armonía con la sociedad viviente, dejaron en completo abandono á los difuntos, hasta que un dignísimo alcalde, D. Juan Martín-Cortés, tomo con verdadero celo el proyecto de reforma de reforma del cementerio, mejora que realizó con beneplácito general. Desde aquella fecha, 1876, se han construido y erigen contínuamente muchos nichos y algunas notables casitas que han hecho de nuestro cementerio un sitio digno de ser visitado. También se bendijo la nueva instalación de una ermita en 30 de Octubre de 1877, que se erigió en parte de la primera, la que fué bendecida por el celoso y sabio cura arcipreste de Santa María de esta ciudad, Dr. D. Francisco Cotau. Quedó con el empleo de capellán de este santuario, el que entonces lo era de nuestro santo hospital, presbítero D. Eleuterio Rico, que fué quien celebró la primera misa en la precitada ermita…». (2)

 

«…Es en la segunda mitad del siglo XVIII (el 3 de abril de 1787), cuando aparece la Real Cédula de Carlos III por la que se obligaba a la construcción de cementerios ventilados extramuros, con el único fin de evitar las consecuencias nefastas que para la salud pública suponía estar conviviendo con los vapores que exhalaban los cuerpos enterrados, agravadas aún más por la poca atención con que se efectuaban los enterramientos.

 

Hasta 1807 no se reúnen el vicario foráneo de la villa y los curas de las parroquias para hacer cumplir la Real Cédula. Se establece que el lugar idóneo para la construcción del cementerio extramuros fuera el bancal de la Olivera del Pla, al otro lado del río, en el Pla de San José. El 17 de agosto del mismo año se presentó el plano del cementerio y el presupuesto de ejecución de éste (que ascendía a 4.342 libras correspondientes a las obras de la valla, la casa de sepulturero, la del religioso, la sacristía, la iglesia y el pórtico, cinco panteones, unos pozos para osarios y los materiales para la carpintería de hierro y madera) a cargo de Felipe García, maestro de obras titular del Ayuntamiento y Juan Bautista, la Iglesia.

 

Los problemas económicos para llevar a efecto la construcción del cementerio, como las opiniones contrarias a la ubicación elegida, retrasaron su ejecución.

 

En 1811, la ciudad de Elche sufrió las consecuencias de una fatal epidemia de fiebre amarilla. Esta situación límite desbordó la capacidad para albergar cadáveres tanto en los cementerios parroquiales como en las capillas de los templos por lo que a mediados de 1811 se abrieron zanjas y una enorme fosa común en el lugar en que, posteriormente, se inició la construcción del Cementerio, en el Pla de San José.

 

El 12 de enero de 1812 concluyó la cuarentena que sufría la ciudad y se contabilizaron más de 5.000 muertos.

 

Aún así, existen testimonios de nuevos enterramientos en el interior de Santa María sobre el año 1829 y de la construcción de un nuevo cementerio 1834 frente a la puerta del órgano de Santa María (actualmente parte de la plaza del Congreso Eucarístico). Con el siglo adelantado los cementerios parroquiales fueron clausurados y poco a poco se produce el destierro definitivo de la muerte en el recinto urbano.

 

Consolidado como tal el Cementerio de Nuestra Señora de la Asunción, conocido como Cementerio Viejo, en 1845 se propuso la construcción de una capilla en su interior para albergar los cultos religiosos en sufragio de los difuntos. También en este caso la escasez de caudales municipales hizo que el proyecto se retrasara y no pudo llevarse a cabo hasta tres años después. Y ello gracias a un generoso donativo de 8.000 reales efectuado por Mariano Roca de Togores, marqués de Molins, vinculado familiarmente a la ciudad. Esta capilla, construida junto a la puerta de acceso, sería transformada parcialmente, años después, para otros usos…». (3)

 

(1) Javier Fuentes y Ponte. Memoria histórico-descriptiva del Santuario de Nuestra Señora de la Asunción de Elche. Lérida, 1887. Cementerio de San Agathángelo. 1731-1812.—Hácia la parte del N. del templo, entre las puertas del órgano y de San Agathángelo, resultaba en el esterior de la iglesia una espaciosa plaza, y en ella se constituyó el cementerio, en el cual se empezó á enterrar el dia 6 de febrero de 1731, habiendo estado en uso hasta los años 1811 y 1812, puesto que en 1810 y con motivo de la fiebre amarilla, se hizo á extramuros de la poblacion un campo santo, eligiendo para él un terreno junto al camino de Crevillente, á distancia de un cuarto de hora de las casas del recinto poblado de Elche.

(2) Pedro Ibarra y Ruiz. Historia de Elche. Alicante, 1895

(3) Isabel Casas Martínez. L’arquitectura del cementeri Vell d’Elx.

 

Manolo Serrano, 22/06/2014

 

Manolo Serrano, 22/06/2014

 

Manolo Serrano, 22/06/2014

 

Manolo Serrano, 22/06/2014

 

Manolo Serrano, 22/06/2014

 

Manolo Serrano, 22/06/2014

 

Manolo Serrano, 30/09/2020

 

Manolo Serrano, 30/09/2020

 

Manolo Serrano, 30/09/2020

 

Última actualización: 07/04/2022

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