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(Bigastro)_Cementerio Municipal

 

«…BIGASTRO ó LUGAR NUEVO: Lugar de la provincia de Alicante.., situado a la derecha del río Segura, al pie de un cabezo estéril, combatido principalmente por los vientos del Oeste, con clima templado y algo propenso á las calenturas tercianarias. Tiene 180 casas de fábrica regular, la del ayuntamiento que es bastante mezquina; una escuela de niños á donde concurren 60 dotada con 1,500 reales; otra de niñas con la misma asistencia y 750 reales de dotación, y una iglesia parroquial (Nuestra Señora de Belén), de la cual es aneja la ermita de Jacarilla, y se halla servida por un cura de entrada y provisión real ó del ordinario, según el mes de la vacante, por riguroso concurso…». (1)

 

No obstante y obviando la omisión de Madoz, tenemos constancia de la existencia de otros recintos sepulcrales gracias a Pascual Segura (2).

 

«…El primero de ellos se cavó con la llegada de sus primeros pobladores, en la primera mitad del siglo XVIII. Y efectivamente, no se construyó sino que se cavó en el interior y aledaños de la propia Parroquia de Nuestra Señora de Belén. Allí los primeros bigastrenses cavaron una fosa donde fueron sepultando a las primeras bajas de la reciente fundación.

 

Y con esa práctica trascurrió el primer siglo de vida de Bigastro, hasta que en 1787 el monarca Carlos III dictó la Real Cédula con la que prohibió los enterramientos en las iglesias salvo para los prelados, patronos y religiosos, alegando las condiciones antihigiénicas que provocaban el hedor de los sucesivos apilamientos de cadáveres.

 

Pese a ello, la costumbre de enterrar a los muertos en el interior de la parroquia permaneció durante más de 20 años, hasta que el 18 de mayo de 1809, el párroco local Ignacio Cano inauguró el espacioso cementerio de Bigastro, que quedó emplazado estratégicamente en un lugar apartado de las viviendas de los vecinos, en el terreno que hoy ocupa el parque del barrio de la Cruz.

 

Al margen de su significado religioso, aquellos bigastrenses que levantaron las tapias del viejo cementerio, dieron unos nombres muy especiales a las mismas. Decisión con la que se pretendió salvaguardar, proteger y bendecir lo más sagrado y estimado del antiguo lugar: sus antepasados; muertos, pero no olvidados.

 

Así las cosas construyeron la primera tapia, orientada al Norte, y le pusieron por nombre “tapia de San Joaquín”. La imagen del Santo Patrón había llegado dieciséis años atrás, en 1793, convirtiéndose de inmediato en la más admirada y querida del pueblo. Sin duda la primera tapia debía llevar su nombre.

 

La segunda tapia se construyó orientada al Oeste, y le pusieron por nombre “tapia de San Antonio”. Por entonces la parroquia contaba con imagen y capilla dedicada al santo, al que dedicaban gran devoción en el pueblo. De su vida y hechos milagrosos cuentan que una vez un grupo de diablos le dio una paliza dejándolo sin sentido, encontrándolo un fraile que lo llevó a enterrar porque lo creía muerto, pero, mientras lo velaban, recuperó el conocimiento y pidió que lo dejaran descansar en la cueva en la que vivía. ¿Resucitó de entre los muertos?

 

La tercera tapia fue la orientada al Sur, y le pusieron por nombre “tapia de Nuestra Señora de Belén” en deferencia y reconocimiento a la patrona y titular de la parroquia.

 

Tocaba el turno de construir la última tapia, orientada al Este, y una vez construida fue nombrada como “tapia de Nuestra Señora del Rosario”, divinidad querida por los bigastrenses desde sus primeros colonos. No obstante, la primera cofradía que se fundó en el antiguo “Lugar Nuevo de los Canónigos” fue la de Nuestra Señora del Rosario, dedicando una salve al antiguo cementerio, conocida como la “salve a los difuntos”.

 

Alzadas las tapias protectoras, el cementerio quedó espacioso, desahogado y con superficie suficiente como para recibir decenas de futuras generaciones de bigastrenses y jacarillenses, que eran sepultados entre las tapias de San Joaquín, Nuestra Señora de Belén, San Antonio y Nuestra Señora del Rosario.

 

Una vez dispuestas las tapias se tomó una decisión transcendental para el cementerio. Para mayor protección del lugar sagrado, en el centro de las cuatro tapias se mandó construir una gran columna de piedra sobre la que había una gran cruz. He aquí el último y más importante símbolo protector, la cruz. Una cruz que pasados los siglos sigue dando nombre al barrio que una vez acogió las sagradas tapias de su viejo cementerio: el barrio de la Cruz.

 

Pasó un nuevo siglo, y el cementerio volvió a quedar pequeño y cercano a las viviendas de los vecinos, las cuales aumentaban en número en un barrio que se fue formando en torno al propio cementerio. Las familias residentes en el actual barrio de la Cruz expusieron sus quejas por la falta de higiene existente en el cementerio, pues había quedado tan pequeño que para sepultar a un nuevo vecino era necesario exhumar a otro, en muchos casos no habiendo pasado más de cinco años entre uno y otro, lo que se convirtió en una práctica comparable a la profanación de las tumbas, la cual provocaba un hedor insoportable, sobre todo en los meses de verano.

 

El 15 de julio de 1924, Estanislao Pomares Lorente, alcalde de la localidad, propuso la construcción del cementerio municipal actual.

 

Una obra de 2,600 metros cuadrados que se encargó al constructor Francisco Sánchez y que costó 9.801 pesetas, cantidad que sufragó íntegramente la Iglesia. Un cementerio que es el actual y que queda en la historia como el tercer cementerio de Bigastro.

 

El 17 de marzo de 1941, los restos del antiguo cementerio situado en el barrio de la Cruz fueron destruidos y retirados por Francisco Javier de Irastorza y Loinaz, obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, mandando instalar en el barrio una cruz que recordara el santo lugar. Una cruz que sería retirada años después, colocándose otra en su lugar y que daría nombre a todo un barrio.

 

El actual cementerio de Bigastro se localiza al Sureste de la población al margen de la CV-95, carretera de Bigastro a Torrevieja.

 

(1) Pascual Madoz. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar. Madrid, 1846. Tomo IV, pág. 316.

(2) Pascual Segura. Cronista Oficial de Bigastro

 

Archivo Pascual Segura

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Manolo Serrano, 16/02/2023

 

Última actualización: 17/02/2023

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