(Jalón)_Cementerio Municipal
«…El cementerio cristiano más antiguo de la Baronía de Jalón se encontraba en la llamada partida del Fossaret del término municipal de Llíber, y era una instalación que daba servicio a los dos pueblos. Pero, ya en el siglo XVII, cada uno de estos lugares poseía el suyo propio, que en el caso de Llíber estaba situado en la calle del mismo nombre. Jalón tenía su cementerio en un solar que pertenecía a la viuda de Rafael Rosselló, llamada vulgarmente la viuda Rossellona. Esta señora cobraba por el alquiler de la parcela un sueldo y medio cada año. Tal dato aparece recogido en el libro de cuentas de los jurados, que junto con el justicia se encargaban en esta época del regimiento de los asuntos municipales. Sin embargo, este valioso documento no hace referencia a la localización exacta del cementerio, aunque todo parece indicar que se trataría del que había junto a la antigua iglesia parroquial, la que fue derribada para construir la actual.
En 1846 se sabe que el Cementerio de Jalón estaba ubicado en las proximidades de la ermita de Santo Domingo de Guzmán, y que ese mismo año el Ayuntamiento resolvió construir uno nuevo en la partida de Benibrai. La causa que explica esta decisión es la de hallarse éste situado en la alameda y plazuela donde se celebra el porrate de Santo Domingo en esta población el día cuatro de agosto de todos los años y único lugar de recreo de los vecinos en las calurosas tardes de verano, no siendo pocas las veces que han tenido que llevar los difuntos por entre las paradas de ropa y dulces al Cementerio, a cuyas puertas y paredes se hallan las expresadas paradas. Así nos lo cuenta el acta que acredita la celebración de la sesión del día primero de marzo de 1846, en que el Pleno tomó tan transcendental acuerdo.
Otro de los inconvenientes que presentaba este cementerio era el de sus reducidas dimensiones que, según el acta citada anteriormente, da lugar al horroroso lance que frecuentemente se observa que el enterrador de muertos haciendo el hoyo para enterrar a unos desentierre a otros aún con sus carnes naturales, debiendo huir con el mayor tiento para encontrar lugar donde esto no suceda. Se trataba de una situación que, siguiendo lo expuesto por el referido documento, era digna más bien de castigo a las municipalidades anteriores y a la que se debía de poner un pronto remedio. Así lo entendía el entonces alcalde don Miguel Durá y Garcés, padre del conocido popularmente como abogado Durá, de quien conviene mencionar que llegó a adquirir gran renombre en toda la comarca de la Marina Alta como una figura legendaria vinculada al bandolerismo de finales del siglo XIX.
Veinte años más tarde, reunida la Corporación municipal en su sesión plenaria del 27 de junio de 1886, esta consideró que el Cementerio de Benibrai no cumplía con los requisitos higiénico-sanitarios exigidos por la nueva legislación sobre esta materia, en especial las condiciones que previenen las Reales órdenes de diez y nueve de Mayo de mil ochocientos ochenta y diez y siete de febrero último y al mismo tiempo estar situado a menos de doscientos metros de distancia de la población, cuando es indispensable distar unos quinientos metros de la misma.
Estas fueron las dos razones que el prócer don Domingo Montaner y Montaner, que desempeñaba entonces el cargo de alcalde, esgrimió ante el resto de los miembros del Plenario para convencerles de la necesidad de erigir un nuevo camposanto fuera de la partida de Benibrai. Después de una detenida discusión, la asamblea municipal acordó por unanimidad que se instruyera el oportuno expediente para construirlo. Así mismo, se determinó que por el jefe de Obras Públicas de la provincia de Alicante se levantara el plano correspondiente en el punto que, previa inspección ocular, encontrara aquel más a propósito y que reuniera a la vez las mejores condiciones posibles. Por el secretario se remitió al gobernador civil certificación del acta, para que la máxima autoridad de la provincia se sirva si lo tiene a bien la presentación a esta Villa de dicho Señor Jefe de Obras públicas provinciales o su delegado a levantar y autorizar el espresado plano.
El alcalde Montaner dio a conocer la esperada respuesta del gobernador al Plenario en su reunión del 25 de julio de 1886, y resumidamente decía que no era de la incumbencia del señor ingeniero jefe de Obras Públicas el levantamiento del plano del nuevo cementerio y sí de la del señor arquitecto provincial. En el acta de referencia se hizo constar que, después de una ligera discusión, la municipalidad acordó por unanimidad que el Señor Alcalde presidente pase la oportuna autorización al M.I.S. Gobernador Civil de esta Provincia, a fin que se sirva disponer si lo tiene a bien pase el espresado Señor Arquitecto provincial a levantar el mencionado plano.
Posteriormente, a la reunión del Pleno del 12 de septiembre de aquel mismo año fueron convocados, además del alcalde accidental -don Juan Bautista Moncho y Femenía- y los concejales que en aquel tiempo formaban parte de la Corporación municipal, el cura párroco don José María Sendra y Casabó, el médico don Jaime Castells y Fullana y los miembros de la Junta de Sanidad para buscar la localización más idónea para el nuevo cementerio; este punto del orden del día era, sin lugar a dudas, el que ofrecía una mayor dificultad, ya que Jalón se caracterizaba por tener muy agrupadas las viviendas en casi todo el término municipal, en donde habitan la mayor parte de las familias en tiempo de verano con el exclusivo objeto de recolectar los frutos y secar las pasas. El acta de dicha sesión se refiere, pues, al poblamiento disperso que actualmente aun continúa siendo tan característico del municipio jalonense, y que suponía entonces una complicación para encontrar una ubicación para el nuevo cementerio que no rebasara los quinientos metros de distancia del poblado ni de la casa de campo más próxima. A pesar de la dificultad que esto entrañaba, los asistentes pensaron en unas tierras situadas en la partida de las Huertas Nuevas, que eran de la propiedad de Don José Avellá Puigserver; Manuela Llopis Albanell, viuda; Rosa Llopis Albanell, consorte de José Ferrer Signes; Francisco Llopis Garcés y Francisco Llopis Albanell de Francisco, residente en Belabés (África Francesa); vecinos todos de esta Villa a excepción de la Rosa y su marido, que lo son del inmediato pueblo de Alcalalí.
Este cementerio, sin embargo, nunca llegó a construirse y el que sigue funcionando actualmente es el de Benibrai, que presenta el mismo inconveniente que tenía en aquella época: su excesiva proximidad al casco urbano de Jalón…». (1)
(1) Josep Mas Martí i Jaume Noguera Mengual. Crónica del Xaló finisecular (1880-1899). Ayuntamiento de Xaló, colección Mirades cap a Xaló, número 6.
Manolo Serrano, 12/06/2023
Manolo Serrano, 12/06/2023
Manolo Serrano, 12/06/2023
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Manolo Serrano, 12/06/2023
Última actualización: 14/06/2023





